Rolero 12/18/2021 (Sat) 07:41:05 No.10328 del
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Sadako

Notando la extraña característica del fuego que, al igual que el sonido, no se esparcía más allá de los confines del claro, permaneció oculto tras uno de los árboles sin temor a ser envuelto también en las llamas.

Las armaduras, que superaban en número a las máquinas, tomaron ventaja de esto y rodearon a las tres que quedaban, atacando todas en simultáneo para no dejarles espacio a sus adversarios para evadir o escapar. Ninguno de los caballeros negros era especialmente rápido, y lo que debío haber sido una ejecución unilateral de enemigos que ya estaban contra las cuerdas terminó tardando varios segundos más de lo necesario. Cuando el último de los robots destruidos se esfumó en una nube azul, los vencedores rompieron el círculo y marcharon en silencio hacia el interior de la cabaña que seguía ardiendo.

Mientras observaba cómo las llamas disminuían de a poco, Sadako sintió una mano agarrarlo bruscamente por el cuello de la camisa y voltearlo a ver en la dirección opuesta.

Esto no nos concierne — dijo Johann, su voz un tono más alta y sus cejas unos centímetros más bajas denotando enojo —. Si me equivoco lo sabremos más tarde, pero por ahora nos tenemos que ir y dejarle esto a los que sí les concierne.

El ejecutor soltó su mano de la ropa del chico. Los dos hombres vistiendo los mismos rostros y hábitos que llegaron con él se separaron para acercarse al lugar donde la batalla había ocurrido, cada uno saltando varios metros en el aire y perdiéndose de vista entre las ramas más altas de algún árbol cercano.

Ya los cuerpos están fuera de la cueva — habló otra vez el ejecutor, ahora con más calma —. Cuando los examinen descubriremos algo de quien sea o lo que sea que los escondió allá dentro. Antes de regresar al templo pasaremos primero por la capilla para hablar con el sacerdote de La Guerra y hacerle algunas preguntas, tal vez cuando terminemos recibamos noticias de esto o de la cueva.

Johann no dijo más por unos segundos y simplemente se quedó viendo al joven, sus cejas otra vez a la altura de siempre pero su postura todavía igual de tensa. El silencio fue roto por el sonido de un relámpago golpeando la tierra muy lejos del lugar.

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