Sokolov daba una sonrisa, acariciando el cabello de su querida hija para agacharse y darle un abrazo mas corresponidente.
Estoy bien, un poco triste de que te tengas que ir mi dulce niña.
Le daba a su querida hija un beso en su mejilla conforme sigue acariciando su suave cabello.
¿Pero ya te vas a ir? Si aún es temprano, el boleto del tren es a las 8 y aun faltan dos horas. ¿No quieres que papi te prepare el desayuno y se bañe contigo? Tienes aun todo el cabello enredado.
Le daba mucho gustos como algunos no tan bien vistos. Al fin y al cabo, era su pequeña hija peliblanca la cual mimaba. Aún asi, se iba levantando poco a poco para ya dejarle el boleto del tren a Rumania encima de la mesada de la cocina.
Sobre tu madre... No, la verdad no tengo nada que decirle al respecto. Ya si eso seré yo quien hable con ella, pero gracias cariño por preguntarme. ¿Tienes ya las maletas listas o necesitas ayuda para empacar alguna cosa?
Mencionaba por mientras se iba girando para verla. Llevando aun ese gran abrigo suyo pero sin la gorra caracteristica, a fin de cuentas esta adentro.