Op 03/15/2021 (Mon) 17:01:29 No.6624 del
>>6576
>Tomas tu arma y te dispones a avanzar, no tardas mucho caminando entre la oscuridad de la noche levemente iluminada por la luz de la luna hasta que llegas al campo de batalla, ahí es donde observas a los dos bandos intercambiando disparos mientras que la estructura es debilitada por las explosiones, ninguna bala te habría llegado hasta ese momento, y si una se acercaba mínimamente a ti, bastaba con un ágil y rápido moviendo para usar el mango de tu guadaña para desviar la bala, algo que habías aprendido en tu tiempo en el ejército, también podías ver a alguno que otro enemigo aproximarse a ti, aunque de nuevo, bastaba con un rápido movimiento con tu guadaña para arrebatarle la vida

>Tenías contigo una bolsa de explosivos, explosivos los cuales tendrías que colocar en distintos puntos claves de la estructura para activarlos cuando sea el momento, una clara misión suicida, pero lo era todo por la causa

>Mientras avanzas,algo te corta el paso, no era otro de esos guardias, era distinto, una una gran armadura de color bronce que te saca unas cuantas cabezas respecto a lo que estatura se refiere, parece ser algo vieja debido a su color y al hecho de que humo sale de ella, por lo que sabes, los modelos más actuales de los zares de hierro no tenían eso, y eso era lo que era esta cosa, un zar, una máquina sin corazón hecha por el hombre

>El zar alza su puño para intentar golpearte en repetidas ocasiones, con ese tamaño era obvio que debías evitar que te golpeara a toda costa