Los Sato son una familia antigua, conservadora y muy honorable del gran Japón... Pero ellos no son exactamente los importantes en esta historia... Hace ya bastante tiempo, un miembro de los Sato, llamado Fukuyama, inconforme con el estilo de vida tan japonés antiguo... escapó de su familia y viajó por el mundo buscando el país perfecto para vivir... descubriendo así el bello país del primer mundo: Alemania.
Así, Fukuyama plantó semilla y generaciones Sato después, nació, ya con un nombre alemán... Hilda, una niña poco brillante con un padre flojo, una madre trabajadora y dos hermanos mayores... una gran familia sin dudas.
Hilda nunca fue la chica más especial, siempre fallaba en la mayoría -o todas- las asignaturas si es que no podía copiar, era la burla de la escuela pública por tonta y por no ser especialmente bonita, su padre no le presta atención, su madre es muy severa con ella y sus hermanos sólo la molestan...
A pesar de que, en resumen, su vida apestaba sin ser exageradamente horrible, Hilda no se habría esperado que su vida iba a dar un giro de 360 180 grados, cuando un día... ¡Descubrió que tenía superpoderes!
Fue en la peor manera posible... un día, estando junto a Milo, el primer amigo que tuvo en su vida... alguien con quien podía finalmente sentirse alegre, un pequeño rincón alejado de tanta mierda en el que podía descansar... y de quien se había enamorado profundamente -y demasiado rápido- por ser la única muestra de afecto que llegaba a recibir de tanto en tanto... oyó sus pensamientos.
"Eres tan hermoso Milo... quisiera morderte los labios... ñam ñam"
Dijo en su mente mordiendo sus propios labios... y en ese instante, una cara de disgusto que nunca olvidaría en su vida se formó en el rostro de su amigo...
La chica no entendía nada... y a pesar de que en ese momento no tuvo idea de qué pasó, las palabras de aquel chico fueron suficientes para que la pobre chica salga corriendo y soltando lágrimas para llorar en su habitación por mucho rato...