“Se puede sentir desde temprano la potencia de las ocurrencias imaginarias, y no se sabe a quién o por qué pedir perdón, como cuando se desea besar la boca de la hermana o del hermano, o se mira a hurtadillas y fascinación el pene salido de su capucha en un perro callejero, o se escucha a los cuerpos de los padres haciendo movimientos y ruidos turbadores”