Seikichi 03/08/2021 (Mon) 01:09:07 No.4228 del
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Lo que comenzó como unas inocentes caricias a su ego, terminó en diversas puñaladas hacia su autoestima a través de los incisivos remarcamientos de la mujer, que palabra y palabra, emanaba un extraño misterio. Su presente, su pasado. Lo que ha visto, lo que ha hecho. ¿Quién era? Con mucha soltura, hablaba acerca de inversiones millonarias como si fuese parte de su día a día. Algo que para Seikichi era un impensable y remoto, cosmogónicamente distante, Margarita lo transitaba con completa naturalidad. Sin embargo, no dedicó mucho tiempo a estos pensamientos, pues aún estaba procesando la bofetada de realidad que recibió luego de hilvanar ese plan que creyó él sublime, derrumbado por tres soplos de la fastuosa dama. Se notaba en el rostro de Seikichi que había recibido una estocada a su orgullo, pues su rostro, lejos de apagarse, mostraba una incómoda expresión de shock.
-P-presuntuoso... -Bebió un sorbo de su taza para pasar con más velocidad el trago amargo y levantó una mirada de cachorro arrepentido, que trató de disimular con gran esfuerzo. Su mano tembló, pero rápidamente se recompuso y volvió a dejar su bebida en la mesa, para quedarse en silencio y seguir escuchando.

Se mantuvo en absoluto silencio, con un nudo en la garganta. Así es como son realmente las cosas: el lado pragmático de la vida, aplastando cruelmente el idealismo más inocente de un adolescente que intenta lucir pomposo. Recibe su notoria mesada, que guarda en su bolsillo delantero sin prestar atención a la cantidad para dar lugar a un silencio incómodo de unos segundos, que usó para ponderar todos estos asuntos.

-Creo que no estoy listo. Tienes razón... -miró hacia el cielo y suspiró luego de una gran bocanada de aire, haciendo frente a la impotencia con gran valía. -No tengo manera de hacerlo por mi propia cuenta, ellos no... *ahem* no sabrían qué significa ese lugar. Si tú te hicieses con él y fueses a comprarlo, yo no sabría qué debería hacer... No entiendo los negocios, no entiendo los más bajos negocios tampoco. Sé que no tardarían en venir por mí para hacerse con esa fortuna, como... -Seikichi aprieta el puño y muerde su labio inferior. En momentos como este, dejaba ver sus más grandes trazos de hombría, que tanto se ocultaban detrás de su capa de metrosexualidad y sensibilidad artística.

Volvió a recurrir al silencio para llamar a la paz mental y no perder los estribos de la conversación. En ocasiones así, una buena imagen era importante. Y otra rata callejera que explotase ante cualquier provocación no era la imagen que dar ante una personalidad así. Tomó una servilleta y limpió su boca para cortar su vergonzoso acting.

-Por eso es que... debo estudiar. - Repentinamente, su rostro ganó emoción. Ojos sorprendidos, y una sonrisa impactada. Una revelación. -¡Eso es...! ¡Por eso, eso haré! -colocó ambas manos sobre la mesa con entusiasmo. -¡Por eso debo estudiar, aprenderlo y dominarlo...! Mi arte no puede encontrar la perfección en cualquier momento, pero esta oportunidad es única. La oportunidad de dar a conocer... Darme. La oportunidad de... ¡Eso es...!

Seikichi parecía determinado. Rara vez se lo había visto así. Una visión muy extraña para la coraza de snobismo a la que solía recurrir para proteger la imagen que tanto ansiaba cuidar de su entorno.

-Yo cumpliré con esa condición. Lo haré. Es una promesa. -aseveró, con su puño sobre su pecho. Pensó en su madre, sintiéndose arropado y al mismo tiempo independiente. -Sin embargo... -cruzó sus manos como Gendo Ikari. -... hay algo que me gustaría saber. Cuéntame acerca de esa rata corporativa... -su voz sonó firme. Su mente se hacía muchas preguntas. ¿Estará detrás de...?

(La belleza de la justicia, la belleza de lo efímero. Bastardo...)

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